Descubra qué hábitos de vida ayudan a proteger la inmunidad contra el cambio climático.
Los cambios climáticos recurrentes son, evidentemente, un factor de riesgo para la salud humana. En un informe, la Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que un clima más cálido y variable refuerza la concentración de contaminantes en el aire, además de aumentar la transmisión de enfermedades a través de alimentos y agua contaminados por las inundaciones.
El informe también indica que los cambios de temperatura favorecen la propagación de enfermedades infecciosas como el cólera, las enfermedades diarreicas, la malaria y el dengue. En la lucha contra estos problemas, la salud pública sale perdiendo, ya que el cambio climático afecta a todos, siendo aún más perjudicial en las poblaciones vulnerables, es decir: niños, ancianos y personas con enfermedades asociadas.
La inmunidad es calidad de vida
En este sentido, es más que necesario cuidar la salud y mantener la inmunidad al día. El sistema inmunitario se encarga de mantener en equilibrio y a pleno rendimiento los sistemas cardiovascular, neurológico, digestivo, etc. En términos sencillos, es una barrera compuesta por millones de células encargadas de defender nuestro organismo de virus, bacterias y microbios.
Los hábitos de vida son fundamentales para fortalecer la inmunidad.
1. Dormir bien
Un sueño reparador restablece nuestra energía y favorece la desintoxicación del organismo. «Hacer una higiene del sueño y permitirse descansar, trabajar, incluso, la respiración marcan la diferencia».
2. Gestión correcta del estrés
El nerviosismo excesivo puede comprometer el sistema inmunitario y hacer que el cuerpo sea más susceptible a las enfermedades.
3. Práctica regular de ejercicios físicos
Los deportes actúan reduciendo las reacciones inflamatorias, por lo que tienen una acción beneficiosa sobre el sistema inmunitario. Correr, nadar y montar en bicicleta actúan sobre el aumento de la inmunidad del sistema respiratorio, muy afectado por los cambios climáticos y objetivo del coronavirus.
4. Tener una buena salud intestinal
Alrededor del 70% de las células de defensa de nuestro organismo se producen en el intestino. El intestino es una de las puertas de entrada de virus, bacterias, parásitos u hongos. Por tanto, la salud intestinal es la clave del desarrollo (o no) de las enfermedades.
5. Alimentación sana y equilibrada
Es importante que las comidas contengan elementos de todos los grupos de alimentos, especialmente frutas y verduras. «Nutrientes como los minerales, el zinc, las vitaminas del complejo B, la vitamina C, el magnesio y el selenio deben componer la dieta diaria».
El profesional también señala que no hay ningún alimento o preparado específico capaz de hacerlo todo por sí mismo. «La gente mantiene que con beber agua con limón, jengibre y chupitos con cúrcuma y propóleo es suficiente. Estos ingredientes sí ayudan a mantener la inmunidad, pero deben estar dentro de un contexto de vida saludable.»
Cuando se le pregunta por el papel de los suplementos, Fabiana es contundente: «Las deficiencias nutricionales, como por ejemplo la deficiencia de vitamina D, pueden perjudicar a nuestro sistema inmunológico. Además, los probióticos, el extracto de propóleo y la glutamina pueden administrarse y ayudar en algunos casos».
La inmunidad ha caído… ¿Y ahora qué?
Cuando las defensas del cuerpo están bajas, el organismo da señales de no poder combatir los agentes infecciosos. Como no existe ningún examen capaz de detectar la baja inmunidad, el primer paso es observar si es objeto de enfermedades recurrentes, como herpes, amigdalitis, enfermedades de la piel causadas por hongos, virus y bacterias, otitis, gripe y resfriados. Además, el cansancio excesivo, la caída del cabello y la debilidad de las uñas también pueden ser un indicio. Estas personas deben reducir el consumo de alimentos procesados, especialmente el azúcar blanco y la leche. Este último estimula la formación de mucosidad en las vías respiratorias superiores, compuestas por la boca, la nariz y los oídos.
Pero no se queda ahí: el uso de medicamentos y la hipersensibilidad a algunos alimentos actúan, de forma negativa, sobre la inmunidad. Por lo tanto, es esencial buscar la ayuda de un profesional de la salud. A través de la consulta y el examen, es posible entender si hay, incluso, otra patología asociada que impide la integridad del sistema inmunológico. La inmunidad es calidad de vida.